Por mandato del Señor salí de Jerusalén con mi esposa y cuatro hijos y huí al desierto. Una mañana, al despertar, encontré una esfera de bronce a la entrada de mi tienda. Esa "liahona" nos guió en nuestros viajes a través del desierto, al atravesar el océano y en la tierra prometida.


Volví a Jerusalén con mis tres hermanos mayores para obtener las planchas de bronce. Aunque mis hermanos tenían miedo, yo sabía que el Señor proveería una forma para que cumpliéramos con lo que nos había mandado.

malvada que no quise seguir siendo su líder. Hice planchas de oro y un compendio de las planchas mayores de Nefi y las entregué a mi hijo.
Fui caudillo de dos mil jóvenes en la guerra contra los lamanitas. Ganamos la batalla y ninguno de estos jóvenes perdió la vida.
Mi hermano, yo y nuestras familias, no recibimos el castigo de la confusión de lenguas en la torre de Babel. Se nos indicó que preparáramos barcos para cruzar el océano. Vi el dedo del Señor tocando las piedras para proveer luz en nuestro viaje y luego apareció Jesucristo y me enseño muchas verdades importantes.

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Mi padre me entregó los registros de mi pueblo.
Hice la anotación final sobre las planchas y las enterré en el cerro de Cumora. El 22 de septiembre de 1827 entregué esas planchas a José Smith .

Parado sobre una muralla anuncié las señales del nacimiento y de la muerte de Cristo. Los nefitas malvados no querían creer a un profeta lamanita y trataron de matarme.
.Mi padre efectuó la obra del Señor, pero mis amigos y yo no creíamos. Perseguimos a los miembros de la Iglesia hasta que un día se nos apareció un ángel del Señor. Después servimos como misioneros y enseñamos el evangelio a mucha gente.

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